viernes, julio 30, 2004

Nostalgia

Primero un tormentón de esos que por más que intentas evitarlo, te empapa hasta las ideas. Ya con el ánimo medio mojado y las piernas hechas sopa, me dirigí a Casa de Artesanías. La música se escuchaba bien y el ánimo estaba para un poco de boleros, Agustín Lara y sones jarochos. Me dio gusto ver a un amigo tocando con su grupo, con toda esa vida y alegría que contagia al tocar los bongoes y la jarana. Miré a mi alrededor. Pasaban las nueve de la noche y parecía mediodía, con todas esas gentes y niños hablando, riendo y caminando entre los estands de libros, con sus colores y luces. Miré a la gente sentada en la parte de abajo y a todos los que desde arriba mirábamos hacia la plaza Quinto Centenario, junto a la barda. Miré cómo caían las gotas de lluvia sobre Los Lagos y me sonrió la noche. En eso, me alcanzó Carlos, el amigo con quien quedé de verme para prestarle el libro que no encontraba, y le pedí un favor especial, aprovechando su viaje de mañana. Inmediatamente después me llevó a conocer a la susodicha en cuestión y comprendí de inmediato que en poco tiempo tendría que desaparecer sutilmente y dejarlos solos. Estaba en esas, cuando escucho que empiezan a tocar La Bruja... Dios, ¿acaso era un complot?: Amo esa canción. Por alguna inexplicable o neurótica razón, me fascina esa canción. Me identifico mucho con su nostalgia, con la dulzura y dolor de su melodía, con la ingenua sensualidad de sus letras y porque es un pedazo de identidad veracruzana que he hecho mío con el tiempo, desde la primera vez que la oí, subiendo el cerro de San Miguel con mi ahora ex marido, mi hermana y su esposo, una amiga de mi ex y un amigo que llevaba su jarana (imaginen el cuadro: un salvadoreño trepando un cerro, tocando y cantando sones jarochos , durante cuatro horas), hasta aquel diciembre donde comprendí que comenzaba a echar raíces en esta ciudad, a pesar de mi resistencia. Desde entonces se sembró en mi corazón, como un presagio. 

Pensé en él, que me pensaría desde el Sur; en cuánto me hubiera gustado que estuviera allí y cómo le hubiera alegrado compartirlo conmigo. También pensé en aquella herida, que aún se inflama de vez en cuando; en lo imposible de compartir esa parte de mí con él...y me alegré. Me alegré de encontrarme allí sola, deseando compartirlo con más gente. Siendo yo, símplemente. Me quedé hasta que terminó de tocar el grupo y bajé a saludar. Después alcancé a Carlos y a Matilde y nos despedimos.

La noche, la lluvia, la luna azul (que ya no pude ver) y la música me llenaron el alma. Qué sencillez, qué maravilla y qué nostalgia tan deleitable. La vida corre despacito por mí, adentro, como acariciándome las venas.  Buenas Noches.

La Bruja
Ay que bonito es volar
A las dos de la mañana
A las dos de la mañana
Ay que bonito es volar, ay mamá
 
Volar y dejarse caer

En los brazos de una dama
Ay que bonito es volar
A las dos de la mañana, ay mamá
 
Me agarra la bruja

Me lleva a su casa
Me vuelve maceta
Me da calabaza

Me agarra la bruja
Me lleva al cerrito
Me sienta en sus piernas
Me da de besitos

Ay dígame, dígame, ay dígame Usted:
¿Cuántas criaturitas se ha chupado Usted?
Ninguna, ninguna, ninguna no sé

Ando en pretensiones
De chuparme a usted...

jueves, julio 29, 2004

Un rayito de luz

Anoche lo he necesitado y al mirar la Luna, he corrido a buscar un rayo del luz al Sur. Me bañé con él, me lavé las heridas y me sentí renovada y limpia de nuevo. Sonrío, trabajo, creo.

Abrazos

Abrazos los hay de todos los tamaños, intensidades, colores e intenciones. En un abrazo te descubres y descubres al otro(a). Hay un intercambio de energía y una química única que te da un tipo de información que a veces no obtienes con palabras (o casi nunca) o con la mirada. De ellos surge la ternura, el deseo, la complicidad, la hermandad, la humildad, la solidaridad, el perdón... y son la llave de grandes misterios. Me gustan los abrazos, aprendo a escuchar lo que tienen que decir, a recibir lo que traen, a decir con ellos y a dar a través de ellos. Hay abrazos intensos, como el de la vida, el de un hijo, el de la pasión, el del triunfo. Hay abrazos tan íntimos, tan injustamente rechazados, como el de uno mismo hacia el interior, como el de la soledad. Hay otros temidos o anhelados, dependiendo el caso, como el de la muerte. Pero los abrazos humanos, los cotidianos, los que nos ayudan a estrechar nuestros diferentes lazos, son el alimento que esperamos no nos falte nunca.

Se me abren las heridas

Se me abren las heridas, se me abren. Déjame quedarme con tus silencios (de los que tanto aprendí y amé).Con el único recuerdo que no me haga necesitarte. Déjame escapar a tu beso, que de él no quede más que el sabor impreso en la memoria. No me recuerdes tu abrazo, tu palpitar constante, el calor de tus huesos, la confusión de sentirte y retenerte como a una ola. Déjame tan sólo mirarte y recordar cómo eres por dentro. No me lasceres el tiempo con la única constante que me diste; esa de saber que existes y que estás y que a fin de cuentas no te tengo, ni sabrás.

miércoles, julio 28, 2004

Poema

Suave ilusión,
claridad;
luz de sombra,
desconocida.

¿Qué extraña causa
te nombra
y te trae a ratos,
y sonríe?

No me dejes
el pesar
de esta penumbra
que es tu ausencia.

Sutil esperanza
esparcida,
ternura y calor
de tu enigma.

Dulce fulgor,
paradoja,
claroscuro del alma
confundida.

Beso en el aire,
¡oh, dicha!
Tu nombre en mis labios:
luz vertida.

(Patricia Ivison)

En el Oficio de Quererte

Tengo un amigo, un Fantasmita Viajero al que le gustan los signos..., a quien quisiera dedicarle un escrito (que pertenece a un amigo mío) y que creo no le viene mal en este momento. Así que con el permiso de ambos, ahí les va, que a mí tampoco me viene mal del todo... Y disfruten de un poco de sarcasmo.

En el Oficio de Quererte
 
Entre que te quiero y ya no puedo y todas esas cosas que me abruman; a todo eso lo llamamos vida. Entre que sigo o ya de plano mejor me quedo. No sé qué digo, pues en el oficio de quererte no hay contrato colectivo, ni cláusulas que definan a dónde vamos, o qué hacemos. Es aquí, dentro, donde aún me sabes, me dueles; donde el recuerdo te llama noche a noche y la razón me pide tregua, que siga o que tire la toalla. En el oficio de quererte
y no tenerte, de no saber, aprendo, vivo, existo. Y en el ínter me muero, un poco, cada día. En este oficio no tengo días de asueto, ni permisos por salud, no me descuentan por retardo, pero cada retraso son mil años de azotes, propios o compartidos. No pido vacaciones: No puedo, aunque a veces lo quiera, aunque a veces no pueda. Estoy aquí, ahí, donde me necesites. Dispuesto las veinticuatro, los trescientos seseta y cinco. O cuando menos lo intento. En el oficio de quererte, en este oficio, trabajo, faena, jornada, labor o chamba. Este es el oficio que me toca, que no he pedido pero me ha sido dado. ¡Gracias Dios! Este es el oficio de quererte, ahora que me capacito, que al fin estoy aprendiendo, que finalmente disfruto; es en este oficio que hoy me despides. Renuncia de carácter irrefutable y fírmale porque hay que seguirle. No me despides, me corro yo mismo por mi ineptitud, por falta de, carencia o simplemente por imbécil. En el Oficio de Quererte, Oficial de primera instancia y última oportunidad. En este oficio, ya en desuso. Es el oficio de quererte, y otra vez, al final es no tenerte. ¡Renuncio!
 
(Eduardo Miramontes)

 

Reflexión...

Ayer descubrí que las lágrimas pueden fundirlo todo...

martes, julio 27, 2004

Olfato absoluto...

Muchas veces me he preguntado qué sería de mí si, como músico, tuviera el oído tan desarrollado como el olfato. Y no es que mi oído musical, o mi manera de escuchar (en todos aspectos) sean malos en absoluto, pero el olfato, es creo yo, uno de los sentidos que más he desarrollado. Sólamente mi memoria olfativa es tan grande ¡como la de mis imágenes! Cuando llego a algún lugar, lo primero que hago es aspirar el aire y retenerlo en la memoria. Hace poco escuché en una película que uno de los personajes decía que algo que le gustaba era cómo se le grababa e impregnaba el olor de un hombre por días, despúés de hacer el amor. Una de las cosas que más fácilmente me grabo es el olor de las personas, en especial si es agradable...¡Puedo reconocer qué persona ha entrado en la misma habitación sin necesidad de mirar, con tan sólo percibir su olor! (cuando éste es lo suficientemente intenso o particular). Recuerdo olores desde que era bebé (parece increíble ¿no?). Los tengo de comidas, fragancias, estaciones, fiestas, navidades, de mis escuelas, los miembros de mi familia, amigos, amigas, lugares, tiendas de mi infancia, mi primera casa, mis perros, de mis sobrinas, parejas, etc, etc,etc...

Tengo tantos olores favoritos: Bosque, mar, manzanas, vainilla, lluvia, personas significativas, la pez que le pongo a mi arco, el olor a pan, a galletas, jazmines, narcisos, gardenias, girasoles (sí, también tienen un olor particular), césped de varios lugares, el olor a mañana, el olor de la noche, anafre encendido, el olor a bebé, a cachorro, el de un buen guiso, el que guardan las cartas...

Así que si se encuentran uno de estos olores en el camino, favor de notificarlo o enviar una muestra...

...

Hoy quisiera, como dijo Il Postino, pedir un poco de poesía prestada:

Miedo. De ti. Quererte
es el más alto riesgo.
Múltiples, tú y tu vida.
Te tengo, a la de hoy;
ya la conozco, entro
por laberintos, fáciles
gracias a ti,a tu mano.
Y míos ahora, sí.
Pero tú eres
tu propio más allá,
como la luz y el mundo:
días, noches, estíos,
inviernos sucediéndose.
Fatalmente, te mudas
sin dejar de ser tú,
en tu propia mudanza,
con la fidelidad
constante del cambiar.

Dí, ¿podré yo vivir
en esos otros clímas,
o futuros, o luces
que estás elaborando,
como su zumo el fruto,
para mañana tuyo?
¿O seré sólo algo
que nació para un día
tuyo (mi día eterno),
para una primavera
(en mí florida siempre),
sin poder vivir ya
cuando lleguen
sucesivas en ti,
inevitablemente,
las fuerzas y los vientos
nuevos, las otras lumbres,
que esperan ya el momento
de ser, en ti, tu vida?

Pedro Salinas

 

lunes, julio 26, 2004

Miedos, fantasmas y soledades

Hace unos días platicaba con un amigo, que es como mi hermano. Es una persona sumamente inteligente y yo diría que multitalentosa también. Sin embargo, creo que a lo largo de su vida, no tuvo muchas oportunidades de enfrentarse a verdaderos retos y aprender a desarrollar resistencia ante la frustración. Todo esto hasta hace tres años, que nació su hija, que ya no ha tenido más lugar dónde esconderse. Después de trece años de conocernos fue la primera vez que le escuché aceptar que es evasivo y que tiene miedo; algo que para muchos sería muy sencillo de aceptar y ver y que para otros representa una amenaza terrible, hasta que la vida ya no te da más opciones y entonces o le entras a los catorrazos, o te hundes. Yo sé en carne propia lo que son el miedo y la evasión y sé lo que es que éstos te corten la piel y te carcoman los huesos. Lo sé porque en mi vida he tenido que tomar muchas decisiones y riesgos (como todo el mundo) y aunque ha sido todo para bien, muchas de mis decisiones han sido declaradas evasiones hacia alguna situación, emoción, conflicto o miedo y me han traído consecuencias graves, que me han costado mucho superar. Hace poco fui capaz de definir, por vez primera y de manera honesta, el miedo más grande y más profundo que tengo y eso me dio las herramientas y el valor para recuperarme a mí misma y rescatarme de una profunda indiferencia hacia mi propia persona. Lo que escribí entonces fue:

Me tengo miedo. Soy el miedo más grande y poderoso que tengo. Le temo a lo que pueda hacer o no hacer de mí… y esa es precisamente mi perdición. Le temo a mi falta de fe, a mis insultos, a subestimarme, a fastidiarme y a dejarme sola. Le tengo miedo a mi propio juez y a mi crítico, a “no dar el ancho” y a dejar de invertir tiempo en mí. Le temo a mi propio rechazo, a mi autoultraje, a mi propia ira. Le temo a dejar de amarme y de luchar por mí y para mí. No quiero compasión; sólo quiero aprender a desprenderme de estas cosas y tomarme de las manos yo misma y llevarme a donde quiero.
 
Cuando terminé de escribir, me di cuenta de que lo que toda la vida había yo nombrado como "miedos" eran consecuencias de estas cosas. Entonces fui capaz de mirarme al espejo y aceptar y reconciliarme con la imagen que tenía enfrente. Fui capaz de tomarla, reconocerla y amarla. Fui capaz de generar fuerza y decisión y, sobretodo, de generar esa fe, que mueve más que montañas: Nos mueve a nosostros mismos.

Espero, de corazón, que Garrik sea capaz de mirarse al espejo, de aceptar, acoger y amar lo que mire, pues lo que está detrás de nosotros es lo que nos hace ser de manera integral. Así como Atreyu, con valor, paciencia y esperanza, logró llegar al Oráculo del Sur. Se trata de hacer y enfrentar retos desde un punto de vista constructivo y creativo, en vez de luchar contra nosotros mismos.

Home, sweet home...

Al fin en casa... Siento como el aire húmedo entra en mis pulmones y la añoranza de mi guarida se calma.

Nunca había pasado tanto tiempo fuera de casa (casi un mes) y luego del reposo que se siente al llegar al hogar, me dí cuenta de que mi ausencia trajo algunos estragos: Me cortaron la energía eléctrica (el recibo venció hace dos semanas), se acabó el gas, cuentas por pagar del mes pasado, lo que quedó en el refrigerador... ni acercarse a olerlo! El polvo invadió toda la casa y mi pequeño jardín se llenó de bichos y maleza.  Así, hoy temprano me di a la tarea comenzar a poner las cosas al corriente (dentro de lo posible). Hoy tendré una noche obscura, pero me agradan las velas, así que será un buen pretexto para envolverme en su luz y su calor.

Me ha llamado mucho la atención la cantidad de tráfico que hay ya en Xalapa, y no porque no lo haya notado antes, pero tenía la esperanza de encontrarme una ciudad más tranquila y pacífica, como cuando llegué por vez primera o de mis viajes anteriores. Así es esto de la nostalgia, que nos miente misericordiosamente, para entregarnos suavemente a la realidad. Por lo pronto, la tradicional lluvia xalapeña ya me dio la bienvenida y yo he regresado con las maletas llenas de proyectos y metas nuevas.

viernes, julio 23, 2004

Castillos, estrellas y pedazos de luna...

Encontré "castillos", ofreciéndose como mi fortaleza, mi morada. Unos cuantos fragmentos de luna, de esa nueva que nos abre nuevos ciclos, bastaron para marcarme de los pies al alma y recordar lo pequeño e inmenso que pueden ser este mundo y las gentes que en él habitamos. La tentación se asoma astuta y me juega una pesada broma. Hoy me encuentro sola; sola hacia el mundo y acompañada de mí, de esa compañía que sólo el alma propia es capaz de dar. Los sueños se presentan cuando menos los esperas y a veces son como un Tsunami. Te llegan alas cuando lo que quieres es sentir el suelo bajo tus pies y tu propio peso. Así somos las gentes y tomamos y dejamos lo que podemos, lo que nos toca. Por ahora elijo guardarme y atesorar lo vivido. Elijo quedarme en tierra y sentir el polvo que cubre mis pies y esperar. Elijo acompañarme a mí misma en este viaje y dejar la puerta abierta al futuro, hasta que tenga necesidad de volar y los castillos no se encuentren en el aire...

Siete años atrás

Siete años atrás decidiste irte.  Siete años atrás te vencieron el espanto y el cansancio y probaste el exilio permanente. Siete años atrás comencé a ser adulto y a tomar decisiones importantes. Me tomó muchos años aceptar tu partida y sanar mis culpas. Aceptar que lo que de ti recibí fue más de lo que imaginaba y valoraba fue duro y una gran lección de humildad. Deseo y espero, tanto como entonces, que descanses en paz, papi, a siete años de tu muerte. Te debo la visita al cementerio una vez más. Te quiero y te llevo en mí, tanto como la mitad de la vida que poseo, tanto como la manifestación más básica que tengo de sentirme viva, que aprendí antes de poder hablar y que son el canto y la música. Te renuevo la promesa que te hice y verás que algo bueno hago de mi vida cada día. Gracias.

jueves, julio 22, 2004

Buen día para empezar

Finalmente hoy me he decidido a crear mi propio blog. Incentivada en parte por otros que he conocido, también porque tengo muchas ganas de hacerlo, de exteriorizar y compartir mi persona en la medida que una cosa como esta lo permite, pero sobretodo, porque me encanta escribir y creo que me va a hacer bien esta experiencia.
 
He decidido que sea hoy, cuando estoy cerrando algunos ciclos importantes y abriendo otros, cuando estoy regresando de una experiencia que me marcó en muchos sentidos y que me dio la fuerza y la visión de mí misma que necesitaba enfrentar, aceptar y exteriorizar.
 
Así, pues, comenzaré con algo que escribí el día 2 de julio, durante este viaje, que sirve como introducción y apertura a este nuevo ciclo:
 
Cuando me acuesto y pretendo dormir, mi pecho se vuelve un gran reloj gigante. Cada latido resuena como el sonido de una manecilla amplificado. Retumba por todo mi pecho y siento cómo tiemblan las paredes de mi tórax. Suena como en un enorme salón... No había reparado en cuán grande y espacioso es dentro de mí, de este pecho que tanto se ha ocupado y desocupado...donde aún quedan cosas, pero es posible ver la inmensidad del espacio que queda...no de vacío, sino de un gran lugar acogedor que ha sabido recibir a su tiempo y que en su tiempo sabrá seguir recibiendo. Por ahora no siento ansia de besos o de caricias y en este viaje he tenido que enfrentarme a este lugar y a los recuerdos que trae, tan duros unos y tan intensos otros y la posibilidad de otro viaje a Oaxaca, lugar que me marcó tanto y del que salieron decisiones importantes y de gran peso en mi vida, del que tuve que volver hecha pedazos, casi en ruinas. Quizás todo esto es porque ha llegado el momento de confrontarme con el pasado y cerrar ciclos. Hoy no huyo de nada, ni de nadie, mucho menos de mí misma. Hoy me siento en mí, con todo  mi peso, con toda mi humanidad al descubierto, mis dones, mis deseos, mis temores, mis lastres...y los tomo y los acepto, los acojo con amor y los dejo ser. No sé cuánto dure este estado, ni hacia dónde me lleve, pero al fin es movimiento y me llena de energía y fe. Se trata de que el día de hoy existo y sé que existo, soy y sé qué (quién) soy. Aprendo a ser, como dice Italo Calvino y símplemente lo celebro.