Home, sweet home...
Nunca había pasado tanto tiempo fuera de casa (casi un mes) y luego del reposo que se siente al llegar al hogar, me dí cuenta de que mi ausencia trajo algunos estragos: Me cortaron la energía eléctrica (el recibo venció hace dos semanas), se acabó el gas, cuentas por pagar del mes pasado, lo que quedó en el refrigerador... ni acercarse a olerlo! El polvo invadió toda la casa y mi pequeño jardín se llenó de bichos y maleza. Así, hoy temprano me di a la tarea comenzar a poner las cosas al corriente (dentro de lo posible). Hoy tendré una noche obscura, pero me agradan las velas, así que será un buen pretexto para envolverme en su luz y su calor.
Me ha llamado mucho la atención la cantidad de tráfico que hay ya en Xalapa, y no porque no lo haya notado antes, pero tenía la esperanza de encontrarme una ciudad más tranquila y pacífica, como cuando llegué por vez primera o de mis viajes anteriores. Así es esto de la nostalgia, que nos miente misericordiosamente, para entregarnos suavemente a la realidad. Por lo pronto, la tradicional lluvia xalapeña ya me dio la bienvenida y yo he regresado con las maletas llenas de proyectos y metas nuevas.
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