viernes, junio 17, 2011

Sobre risas y coincidencias

A veces son solo arroyitos; otras veces son cascadas o murmullos de viento. La risa y las sonrisas dicen tantas cosas. Y uno cree que es por efecto de una sola, pero no. Llegar a ese punto implica e involucra mucho. Dejar que se manifieste la vida, una fiesta de sensaciones, de emociones, de pensamientos y a veces, incluso, unas cuántas lágrimas porque lo que ha encontrado en los ojos del otro es parte del mismo gozo...de ese que no es sólo físico, donde el objetivo no es otro mas que crear, recrear y completarse mutuamente. Encontrarse en el otro y en uno mismo. Y saber que cada momento es nuevo y que es único, imperdible. Momentos en que la risa brota de la presencia, del acto de dar y de darse, del mezclar la mirada y la respiración. De saborear un festín de aromas, sabores, sensaciones y muchas tantas cosas indecibles. La risa brota porque fluye el sentir y porque no puede más, porque hay un valor en cada segundo de cosas que son irrepetibles y que desaparecen y dejan su huella. Porque eso es dicha.

Río de sencillez, de dejar afuera, o en los zapatos, aquello que se llama equipaje, de dejar afuera sueños, fantasías o realidades. Reír de solo dejarse sentir, que cada combinación es única y no se repite. Porque no es la fórmula que se produce y/o reproduce una reacción mecánica o física. Es lo que está más allá de esa mecanicidad, precisamente, lo que envuelve el momento y se vuelve la necesidad de ser uno en dos...o de hacer de dos uno. Un único ser que existe en la sincronía y armonía de sus partes y que va más allá del estar.

No hablo porque a veces las palabras son imprecisas. Y entonces dejo que mis ojos, que mi risa, que mi piel, que mis sonidos hablen por mí. Y a veces no digo nada porque he aprendido a no esperar, a soltar cuando más quiero. Y un verdadero acto de amor es ese: soltar y liberar al otro de los propios deseos y de la propia necesidad.

Es muy simple y tal vez río por eso. Por la simplicidad de algo que involucra tanta belleza y tanta renuncia también. Río porque no dejo de sorprenderme y ello me sorprende también. Porque son pocos los momentos que se viven así, con tal completud y claridad.

Y si observas bien, te percatarás de que hay pocas cosas en la vida cotidiana que provocan esa risa y esa sonrisa.

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