Sobre el calentamiento global
Lo cierto es que, desde hace décadas, los científicos comenzaron a hablarnos de cosas tan impensables como de que el ser humano estaba influyendo en el clima y del calentamiento global de nuestro planeta. Tal vez en ese entonces la palabra "global" no estaba de moda como ahora y los grupos ecologistas y quienes trabajaban en Ciencias de la Tierra y medicina alternativa eran una bola de hippies a los que no se tomaba muy en serio, al menos en la sociedad civil, pues los gobiernos de sobra siempre lo han sabido; pero, ¿qué es lo que ha impulsado a los gobiernos del mundo a negarlo? ¿Por qué seguimos viviendo de la misma forma sin hacer nada al respecto? La respuesta es simple: dinero.
Así es. La Economía, como la conocemos, es lo que mueve al mundo, a sus intereses, sus políticas, su ética (o falta de...) y desgraciadamente, el destino "oficial" de miles de millones de seres que habitamos este planeta (ojo, no sólo seres humanos, también animales y plantas, que también merecen ser llamados seres vivos, aunque se nos olvide). Y yo me pregunto: ¿Por qué ante esta inminente destrucción seguimos aferrados a la acumulación en vez de a la resolución de problemas? ¿Por qué seguimos funcionando en un futuro inmediato en vez de aprender de una vez por todas a ser verdaderamente previsores y responsables? ¿Qué va a quedar cuando se tengan millones de billetes acumulados en las arcas de unos cuántos y con el planeta hecho trizas? ¿Para qué? ¿De qué les servirá?
Obviamente, las soluciones han surgido desde el momento en que salieron a la luz estas realidades. Alternativas creativas y menos agresivas con nuestro entorno existen desde hace años, como combustibles sin petróleo (como el etanol); la utilización del cáñamo para infinidad de usos, desde el alimenticio, hasta la industria textil, medicina y combustibles, además de servir para la construcción de muebles; tener compostas naturales en vez de abonos sintéticos, así como la rotación de cultivos para enriquecer la tierra; alternativas ecológicas para controlar plagas; cambiar la manera de construir casas y hacerlas con fosa séptica, en vez de desagüe, sistemas de reciclaje de agua doméstico y metropolitano, construcción de cisternas pluviales, así como el uso alternativo de paneles solares, al menos para calentar el agua y producir un poco de la energía que se consume en casa. Sabemos que es necesario dejar de deforestar bosques y selvas y alterar los ecosistemas, tanto para la explotación maderera, así como también para la construcción de fraccionamientos intermilables donde además de tirar los árboles, no siembran ni uno. También sabemos que pavimentar, especialmente con chapopote y derivados del petróleo, además de contaminar, eleva el calor en la superficie y evita la filtración de agua al subsuelo (a donde debería de regresar después de llover). La fricción de las llantas con el pavimento produce monóxido de carbono, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles, entre otros.
Todo esto me puso a pensar también que lo mismo que le hacemos a la Tierra lo hacemos con nosotros de igual manera: utilizamos aditivos en los alimentos como el glutamato monosódico (lo encontramos desde el caldo de pollo en polvo o cubitos, hasta en las comidas industrializadas, comida rápida, botanas, etc.) conservadores como el benzoato de sodio y edulcorantes como el aspartame (casi todos los alimentos y TODAS las bebidas dulces etiquetados como light lo contienen), tan comunes que ni imaginamos que no se eliminan del cuerpo, dañan el hígado y son cancerígenos. Lo mismo hacemos con las carnes, dando hormonas y sustancias a los animales para engordarlos, como el clembuterol, que provoca alteraciones de la tiroides, disfunciones metabólicas o intolerancia a la temperatura; asimismo, se han realizado diversos estudios sobre los alimentos transgénicos y sus efectos nocivos en la salud (provocan desde alergias, mutación y creación de nuevos virus, afección e intoxicación a flora y fauna, etc.) y la modificación de las propiedades naturales en los alimentos, entre otras, y que ya han sido demostradas con estudios serios, por lo que no se justifica como "solución a los problemas de desabasto y alimentación", cuando las consecuencias resultan más caras -en todos sentidos- que el mal en sí. La alimentación "orgánica" no es, entonces, ninguna moda, sino la necesidad de conservarnos sanos a nosotros mismos y a nuestro ambiente.
Y ahondando aún más en esta reflexión, creo que si hacemos con tanta indiferencia esto a nuestro planeta y a nuestra sociedad, por ende nos lo hacemos a nosotros mismos. Por eso no podemos terminar con las guerras, la explotación, con lo inhumano de nuestro sistema; simplemente porque vivimos en la inconciencia total, agrediéndonos a nosotros mismos, aterrorizados del mañana catastrófico que nos proyectamos, en vez de aprender a vivir, simplemente, sin miedo y sin ira, de manera responsable y creativa. Tenemos todos los medios y la inteligencia para hacerlo. Lo que no sé es si tenemos la conciencia y el amor suficientes (por nosotros y los nuestros, por nuestro planeta) para hacerlo. Si el costo económico y social es tan alto en este momento, imagínense entonces cómo va a serlo cuando poco quede del maravilloso regalo que la vida nos ha dado: un maravilloso mundo auto sustentable.