miércoles, diciembre 20, 2006

Felices Fiestas

Larga ha sido mi ausencia no por gusto, pero sí por necesidad; la necesidad de colmar de todas las atenciones a mi chiquitín (que ya tiene 3 meses y 1/2) y terminar asuntos pendientes que tenía.

Quiero compartirles un poco de lo que ha significado para mí este año. Para empezar, creo que ha sido el más vertiginoso de mi vida, pero también uno de los más bendecidos y en los que más he crecido. Este año comencé un posgrado en Gestión Cultural y Políticas Culturales; unas semanas más tarde, me sorprendió la noticia de mi embarazo, para después concederme la oportunidad de comenzar una relación de matrimonio con un hombre maravilloso que me ama y me apoya como nunca imaginé. Me mudé de casa (luego de 7 años) para aprender a decir "mi casa" a la que fuera la morada de mi mejor amigo de años (mi ahora esposo), recibí la bendición de ser madre y aprender con ello cuán grande y magnífica es la vida, de sentir su vastedad y completud, de conocer con ello la verdadera capacidad de amar que tenemos las personas. Dejé de trabajar por primera vez en 12 años y he tenido que aprender a depender y confiar del hombre que tengo por marido, descubriendo que, a pesar de mis miedos, es posible lograr el equilibrio y el respeto con amor y responsabilidad. Terminé mi posgrado, grabé disco con los Jugosos Dividendos (que se presenta en marzo) y por primera vez echaré a andar un proyecto cultural lidereado por mí. He descubierto que la frase "no me puedo levantar" es una mentira y que la mejor manera de recuperar la figura es apapachando a mi bebé y amamantándolo a libre demanda y no con horarios, como dicen los libros, y que cada lágrima y cada desvelo es el mínimo pago que puedo hacer ante la bendita sonrisa de mi hijo, con toda su inocencia, su franqueza y amor.

Espero para ustedes todas las bendiciones, éxito, salud y el amor de sus seres queridos (y de los que no lo son). Dios colme nuestros días de dicha, de serenidad y de voluntad para luchar cada día por un mundo mejor, contra todas las adversidades y a pesar de las circunstancias; la vida lo merece y lo amerita.

¡Feliz Navidad y Año 2007 para todos ustedes!

domingo, diciembre 03, 2006

Emmanuel Anell Ivison

Nació el 7 de septiembre a las 00:03 hrs., pesando tan solo 2.2 kgs. y midiendo 46 cm. El trabajo de parto duró tan sólo 5 horas y ¡por poco y nace en el coche! Ahora es un bebesote de casi 3 meses, talla y peso normales.
(13 sept)
No puedo describir el raudal de emociones que siento; desde la alegría y plenitud más absolutas, hasta la confusión y el luto de dejar una existencia y adentrarse en un mundo completamente distinto. Sentir que cosas que tenían tanto sentido ahora carecen de importancia, que aquellas que tenían tanto peso en mi vida se han aligerado y descubrirme viviendo en una ambivalencia constante entre dicha y consternción. Ahora siento, mucho más de lo que me imaginé, que todos y cada uno de mis pasos son para, hacia y por mi hijo, y no es que yo, con todos mis gustos, implicaciones y facetas, o la importancia de mi pareja, se hayan desvanecido; es simplemente una cuestión de prioridad. Yo puedo esperar sin sacrificio, sin esfuerzo, pero él no. No sé cómo explicarlo, pero estoy segura de que cualquier mujer que sea madre puede entender de qué hablo.
(Hoy)
A casi tres meses de la llegada de Emmanuel, algunas cosas se me van aclarando emocionalmente, después de ese torbellino puerperal. He conocido todo un universo nuevo de emociones, sensaciones y preocupaciones que jamás imaginé sentir. Mis sentidos se han agudizado. Me doy cuenta ahora de la verdadera capacidad de amar que tenemos los seres humanos (al menos yo) y siento que sin atravesar por esta maravillosa experiencia de por vida, me hubiera perdido de la mitad de la grandeza de esta existencia. Mi bebé ya pasó por los terribles cólicos, aún no entiendo siempre por qué llora y también he terminado por resignarme a perder mi independencia, gran parte de mi vida profesional, al menos por ahora. Sin embargo, creo que cada sacrificio, cada desvelo, cada esfuerzo se paga con creces cada vez que lo veo sonreír, cada vez que va logrando un paso más en su desarrollo y cada vez que tengo que salir de casa sin él y descubro que es una presencia constante que me llena de regocijo, motivación y añoranza.