domingo, diciembre 03, 2006

Emmanuel Anell Ivison

Nació el 7 de septiembre a las 00:03 hrs., pesando tan solo 2.2 kgs. y midiendo 46 cm. El trabajo de parto duró tan sólo 5 horas y ¡por poco y nace en el coche! Ahora es un bebesote de casi 3 meses, talla y peso normales.
(13 sept)
No puedo describir el raudal de emociones que siento; desde la alegría y plenitud más absolutas, hasta la confusión y el luto de dejar una existencia y adentrarse en un mundo completamente distinto. Sentir que cosas que tenían tanto sentido ahora carecen de importancia, que aquellas que tenían tanto peso en mi vida se han aligerado y descubrirme viviendo en una ambivalencia constante entre dicha y consternción. Ahora siento, mucho más de lo que me imaginé, que todos y cada uno de mis pasos son para, hacia y por mi hijo, y no es que yo, con todos mis gustos, implicaciones y facetas, o la importancia de mi pareja, se hayan desvanecido; es simplemente una cuestión de prioridad. Yo puedo esperar sin sacrificio, sin esfuerzo, pero él no. No sé cómo explicarlo, pero estoy segura de que cualquier mujer que sea madre puede entender de qué hablo.
(Hoy)
A casi tres meses de la llegada de Emmanuel, algunas cosas se me van aclarando emocionalmente, después de ese torbellino puerperal. He conocido todo un universo nuevo de emociones, sensaciones y preocupaciones que jamás imaginé sentir. Mis sentidos se han agudizado. Me doy cuenta ahora de la verdadera capacidad de amar que tenemos los seres humanos (al menos yo) y siento que sin atravesar por esta maravillosa experiencia de por vida, me hubiera perdido de la mitad de la grandeza de esta existencia. Mi bebé ya pasó por los terribles cólicos, aún no entiendo siempre por qué llora y también he terminado por resignarme a perder mi independencia, gran parte de mi vida profesional, al menos por ahora. Sin embargo, creo que cada sacrificio, cada desvelo, cada esfuerzo se paga con creces cada vez que lo veo sonreír, cada vez que va logrando un paso más en su desarrollo y cada vez que tengo que salir de casa sin él y descubro que es una presencia constante que me llena de regocijo, motivación y añoranza.

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