Sobre en Diálogo con el Movimiento por la Paz
Pero ¿qué hacer, cuando un país insiste en no superar su condición cultural? ¿Qué hacer cuando nada se hace por fomentar verdaderas oportunidades de desarrollo en todos niveles? ¿Qué hacer para acabar con los mezquinos intereses de alguien que no sabe lo que son el honor y el respeto por la vida? Y aquí incluyo tanto a la delincuencia organizada, como a políticos, corruptos, magistrados y ciudadanos que en su proceder no muestran el más mínimo interés por la ética y estas dos cualidades esenciales para el desarrollo humano. ¿Qué hacer cuando bajo una doble moral de ilegalidad de las drogas se solapa al crimen organizado en vez de fomentar la responsabilidad individual con límites y regulaciones para su consumo (como con el alcohol y el tabaco) y comercialización, así como atacar el problema que da pie a las adicciones? ¿Qué hacer cuando la educación está en manos de intereses electorales y económicos personales? ¿Qué hacer si no hay muchas perspectivas de crecimiento y desarrollo profesional? ¿Qué hacer si no se generan empleos suficientes con salarios que verdaderamente den para comer y vivir dignamente? ¿Qué hacer cuando no se invierte en investigación y desarrollo? ¿Qué hacer cuando no se apuesta por el fortalecimiento de la economía interna? ¿Qué hacer cuando no hay una práctica responsable del ejercicio fiscal y de la economía? ¿Qué hacer cuando la educación en las familias fomenta el individualismo, la avaricia, la corrupción y la evasión de las responsabilidades? ¿Qué hacer cuando no se tiene valor por el trabajo y el esfuerzo? ¿Qué hacer cuando existen tantas fugas y lagunas en las leyes que permiten a los criminales salir libres cuando son culpables? ¿Qué hacer cuando la sociedad y el modo de vida fomentan la terquedad y el hedonismo sin límite? ¿Qué hacer cuando somos, aceptémoslo, una sociedad clasista, racista, segregadora de todo lo que no se parece a uno mismo? ¿Qué hacer cuando somos una sociedad históricamente resentida y revanchista? ¿Qué hacer cuando no somos concientes de que todos nos necesitamos unos a otros?
Cuando seamos capaces de resolver estas preguntas, entonces yo volveré a tener fe en que este país puede rehacerse a sí mismo. Mientras tanto, seguiré actuando de manera congruente conmigo misma, fomentando en mi entorno aquellas cosas y acciones que habiliten una vida social integral y divorciada de los intereses partidistas y de la vanidad humana. Mientras mi fuerza, mi voluntad, mi deseo y mi necesidad en ese sueño de honor y de respeto por la vida del que hablaba el señor Le Barón, seguirán siendo el motor de mis sueños como persona, como madre, como músico, como habitante de este país al que creo, tengo la obligación de contribuir a que sea un lugar mejor. Ojalá muchos otros, como yo, logremos encontrarnos y unir nuestros esfuerzos de integración, en vez de seguirnos dividiendo y cegando cada vez más.