lunes, agosto 20, 2007
Hace unos días se corrió la noticia de que en el 2008, como parte del tratado de libre comercio (NAFTA), se desgravará el frijol proveniente de los Estados Unidos, cosa que ha preocupado no sólo a los productores mexicanos, sino también a todos aquellos que somos conscientes de las muchas desventajas que el famosísimo TLC han traído a nuestra economía local, sobretodo al combinarse con las políticas neoliberales agrarias, comerciales y hacendarias de nuestro querido país. ¿Cómo será posible que compitan los productores mexicanos con el frijol gringo, cuando la agricultura en nuestro vecino país está subsidiada? ¿Qué no se dan cuenta que ya se les está dando en la torre con el famosísimo maíz trasgénico gringo,o las manzanas de Washington transgénicas, el frijol y arroz chinos, e incluso chiles chinos e hindúes?
Yo no puedo entender cómo nuestros economistas y políticos pueden seguir con este juego de desarticular y asesinar a la economía interna. Si no, ¿de qué manera podemos competir con una agricultura subsidiada a gran escala, como la norteamericana, o competir con una mano de obra semi esclavizada como la china?
¿Qué hacer cuando a la educación, salud, cultura, ciencia e investigación les quitan cada año más presupuesto?
O cuando se entera uno que un diputado, por el famosísimo parásito llamado Partido Verde, es dueño, junto con su familia, de la mitad del territorio Xalapeño, ha cambiado el uso de suelo de un predio de bosque de niebla de la ciudad para con vertirlo en supermercado, zona residencial y comercial, mediante sumas que ridiculizan lo que él va a recibir de ganancias.
¿Qué podemos esperar? ¿Qué podemos pensar? ¿Qué podemos hacer?
La gente que poseé al mundo no está interesada en su sustentabilidad. Han olvidado que llegará el día en que sus millones de metales y billetes acumulados no les sirvan absolutamente para nada. El problema es que nosotros, los millones y millones de personas que nos quedamos pasmados y sin saber qué hacer, tampoco sabremos qué hacer cuando nada quede de nuestro hermoso planeta. Es un suicidio en masa del que, de manera directa o indirecta, nos volvemos cómplices cada día.
Menudo paquete tenemos, porque eso sí, no se vale relegar la responsabilidad a nuestros hijos y exclamar que qué clase de mundo les vamos a dejar. Nos toca a todos, ahora, los que estamos aquí participando de la vida, buscar una salida sensata a toda esta locura. Se aceptan sugerencias...