Feliz Año!
Este año ha sido uno de los mejores y más bendecidos de mi vida. Lleno de encuentros y reencuentros, de crecimiento en todos sentidos y la gran oportunidad para cerrar ciclos de vida que eran necesarios. Jamás dejaré de estar agradecida con la vida porque nunca ha dejado de sorprenderme y porque generalmente lo hace de tal manera que yo puedo reconocerme viva, feliz, completa y bendecida.
Una de las cosas que aprendí a lo largo de este año es que la incertidumbre es un mar de posibilidades, lo cual cambió radicalmente mi manera de ver y de enfrentar la vida y los problemas, que más bien se convirtieron en retos.
Muchas cosas han cambiado en mí durante este año, especialmente mi manera ver algunas cosas y la vida. Apenas ahora he comprendido un par de "conceptos" que me daba mucho trabajo asimilar y estos son el vivir en el tiempo presente y la muerte. He comprendido que aunque he logrado experimentar en diversas ocasiones este vivir el tiempo presente, o bien, vivir el ahora, el instante, no sabía realmente cómo experimentarlo, qué valor tenía y cómo "encontrarlo". Lo primero que entiendo ahora es que para poder comprender hay que desconceptualizar, es decir, no puedo experimentar un concepto, sólo razonarlo mientras sucede para hacerlo más vívido, para comprenderlo y sin embargo, puedo traducir una experiencia y tratar de definirla. ¿A qué me refiero con todo esto? Simple: Hasta que no entendí, mediante la experiencia, es decir, la percepción inmediata, lo que es cada instante y que cada instante contiene a mi pasado y hará mi futuro sin planearlo y sin necesidad de vivir en ellos, pude tener en mis manos la posibilidad y responsabilidad de convertirme en un ser más completo, simple y satisfecho. Mi tendencia siempre fue tratar de explicarlo todo, planear, proyectar, clasificar y definir, porque ese es el terreno donde me sentía segura. Ahora, sin embargo, la satisfacción de saberme quién soy, de haber podido “mirarme al espejo” sin importar lo que he sido, ni lo que seré y concentrarme en ello, simplemente en ser y ser lo mejor que puedo en este momento, es lo que me hace, ha hecho y hará de mí una mejor persona y por consiguiente, una persona feliz. Los dos últimos años he concentrado mis esfuerzos en un solo deseo y propósito: ser feliz, y aunque la reducción de los dos millones de deseos y propósitos que solemos hacernos cada año a sólo uno, trajo ya de por sí muchos beneficios, ahora comprendo lo que significa la felicidad y que es estar bien como una consecuencia y no como un fin. La felicidad es el camino, no la meta. He comprendido que el fin último de la existencia en esta vida, así como la meta suprema y verdadera es la muerte. Espero no se me mal interprete; al contrario, comprender esto ha aumentado mi amor y valor hacia la vida, hacia la importancia de estar aquí, verdaderamente presente a cada instante y que cada uno de los esfuerzos que yo realice para un vivir bien, para hacer algo bueno con mi existencia, habrá de culminar en su meta máxima que es la muerte. No sé si lo que he perdido es el temor a la muerte, posiblemente no; lo que sí sé es que ha cambiado radicalmente mi manera de verla y esto, a su vez, ha afectado mi manera de percibir y concebir la vida. Creo que lo que se es hoy se será mañana, es decir, la manera en cómo actuemos hoy será lo que genere nuestros movimientos de mañana. Hoy me siento bien conmigo misma, hoy no me sobre exijo y me doy la libertad de hacer con responsabilidad, pero respetando mi bienestar y mi necesidad. Hoy me siento amada y amparada por mi propia persona y eso ha hecho que mi relación con los demás mejore mucho y me ha permitido cerrar o redefinir el curso de algunos ciclos que se encontraban pendientes en mi vida y abrirme a otros nuevos. He aprendido a amar al prójimo no sólo como a mi misma, sino a medida que he aprendido a amarme a mi misma voy aprendiendo a amar a las personas. Estoy aprendiendo una nueva forma de amor, menos pasional, es decir, sin sufrimiento, a través de vínculos más sanos y con mayor respeto y confianza. He aprendido lo que significan el respeto, la dignidad y la compasión y la utilidad de ser creativo, de ocuparse en vez de preocuparse de las cosas.
Amigos de verdad, gracias por compartir este hermoso camino de vida conmigo, ya sea de manera cotidiana o través de las vivencias que me conforman. Espero las mejores bendiciones para ustedes, con salud y bienestar espiritual, que lo demás sabemos procurárnoslo nosotros. Les deseo amor del verdadero, del que nace y existe a pesar de nosotros, de nuestros intereses y nuestras pasiones, del que alimenta nuestros vínculos de manera sana, del que nos hace ser mejores personas. Un gran abrazo para todos desde el fondo de mi alma, con todo mi corazón.
Paty