Tiempo... ¿Para qué sirve? Tal vez para ubicarnos un poco en nuestra desubicada existencia.
Los últimos meses fueron temporada para cosechar lo que sembré durante todo el año... y también los últimos años, jeje. Logré ganar un interinato por un año (más o menos) en la Orquesta Sinfónica de Xalapa y esto significó el cierre de mi ciclo con la Sinfónica Juvenil y mi entrada al mundo de las orquestas profesionales... ¿Que si estoy nerviosa? Sí, claro, pero también muy emocionada y creo que no lo he hecho tan mal; afortunadamente mi querida Juvenil me proporcionó una buena formación. Debo añadir que finalmente me he titulado y por fortuna pude compartirlo con mi familia y amigos muy queridos. Con los Jugosos Dividendos, finalmente me ha tocado participar en la confección de algunas canciones, lo cual me llena de alegría y satisfacción y estamos trabajando en lo que sigue, con un futuro incierto, pero concentrados en hacer funcionar bien el proyecto.
Por ahora estoy trabajando en otro ciclo que está por definirse y que implica algunos cambios para mí, no sólo desde el punto de vista funcional, sino de cosas más profundas que involucran afectos, dogmas, costumbres, emociones y a la razón. No es fácil aprender a ser consciente.
Debo decir que este momento es nuevamente para sembrar, mientras me alimento de lo que he conseguido y de las bendiciones que he recibido. Los cambios y los ajustes me cuestan un poco de trabajo, pero sé que lo voy a hacer bien. He decidido dedicarle mucho a mi avance y optimización en el violonchelo y priorizar mi espiritualidad, con la cual he recuperado el contacto y hay mucho qué explorar.
Creo que el tiempo, también, es una herramienta para organizar, para delimitar, para conformar, para deformar y para percibir nuestra pequeña conciencia del mundo y de nosotros. Por lo pronto, me alegra estar de vuelta.