viernes, marzo 11, 2005

Hay cosas que nos duelen desde el fondo. Cosas como las que no están en nuestras manos para resolverse. Lo que queda es tener fe en que el poco que justicia y solidaridad que podamos tener con el Mundo y las personas forman una cadena de esperanza. Ojalá que los aniversarios que se celebran fueran todos por cosas buenas.

Hoy me he sentido un poco ajena a mí, de pronto comencé a perderme un poco, a alejarme del centro de mi alma. Una pequeña llamada de atención me ha hecho volver en mí (y a mí). A veces es difícil mantenerse alejado del ruido. Que no se me olvide la canción del Escaramujo...

¿Por qué la tierra es mi casa?
¿Por qué la noche es oscura?
¿Por qué la luna es blancura
que engorda como adelgaza?
¿Por qué una estrella se enlaza
con otra, como un dibujo?
Y ¿por qué el escaramujo
es de la rosa y el mar?
Yo vivo de preguntar:
saber no puede ser lujo.

El agua hirviente en puchero
suelta un ánima que sube
a disolverse en la nube
que luego será aguacero.
Niño soy tan preguntero,
tan comilón del acervo,
que marchito si le pierdo
una contesta a mi pecho.
Si saber no es un derecho,
seguro será un izquierdo.
Yo vine para preguntar
flor y reflujo.
Soy de la rosa y de la mar,
como el escaramujo.

Soy aria, endecha, tonada,
soy Mahoma, soy Lao-Tsé,
soy Jesucristo y Yahvéh,
soy la serpiente emplumada,
soy la pupila asombrada
que descubre como apunta,
soy todo lo que se junta
para vivir y soñar:
soy el destino del mar:
soy un niño que pregunta.
Yo vine para preguntar
flor y reflujo.
Soy de la rosa y de la mar,
como el escaramujo.

Silvio Rodríguez

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