viernes, noviembre 26, 2004
Según Bert Hellinger, toda decisión implica una renuncia. A su vez, J.K. Rowling escribe en el tercer libro de Harry Potter una frase que le dice Dumbledore a Harry: "son nuestras elecciones las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades...". Y en su Carpeta de apuntes, Michael Ende menciona al final del texto del Minotauro que uno se transforma en aquello que busca.
A mi parecer las tres cosas son muy ciertas y tanto cotidianamente como a largo plazo hacemos uso de ellas, asumiendo los resultados de acuerdo a lo que se tenía proyectado entre el querer ser, el deber ser, los matices entre ellos y el beneficio obtenido (o en su defecto, el perjuicio).
Es por ello que no creo en el destino de la manera en que se suele interpretar o juzgar. Me gusta pensar en mi libre albedrío, creer en él, crecer con él y construir a partir de las oportunidades que se me presentan y de todo lo que con el tiempo voy sembrando y cosechando.
Lo que sí sé, por experiencia propia, es que las mejores decisiones (aunque suene trillado) son las que se toman con el corazón y con la sensibilidad del cuerpo mismo.
Aspectos a tenerse en cuenta sobre todo en momentos de transición como éste para mí.
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