martes, septiembre 28, 2004

Viejos amigos

Desde hace ya unos meses he ido reencontrándome con viejas amistades. Estos amigos comenzaron a acompañarme desde que yo era una niña y por algunas circunstancias, me alejé de ellos por un tiempo. Me refiero a los libros, que desde que tengo memoria, se convirtieron para mí en cómplices, consejeros, aliados y confidentes mutuos. Disfruto de sus personalidades tan distintas, que no sólo tienen que ver con el autor, pues cada libro tiene características propias. Mis amigos los libros me han acompañado en viajes y aventuras a donde quiera que he ido. Con ellos he compartido desde las historias más locas e hilarantes, hasta el sarcasmo más puro. Enredos casi surrealistas y la poesía más bella. Me han hecho reír y algunos me han conmovido hasta las lágrimas. Algunas veces nos hemos enfrascado en largas discusiones que pueden postergarse días o semanas. Así, con unos he mantenido conversaciones profundas, lentas, llenas de reflexión y con otros he escuchado atenta alguna historia, dejándome llevar por ésta. También he leído libros que han fungido como maestros, como espejos de mí misma y hasta he recibido consejos y respuestas que yo no me atrevo a darme en voz alta. De esta manera, conservo largas conversaciones que tanto me apoyaron en momentos decisivos o de temor, como con Mal de Amores, El año de la muerte de Ricardo Reiss o La Historia Interminable, entre tantos otros. Los he gozado, de todas las formas y de vez en cuando termino disgustada con uno que otro (¿qué se le va a hacer?). Con los únicos que definitivamente no me entiendo, es con esos arrogantes pretenciosos que buscan enjaretarte determinada moral o fórmulas y soluciones para la vida. A mí me gusta un libro que al leerse, uno encuentre varios planos, no sólo el de la historia, sino características propias, planteamientos que me hagan reflexionar y que, definitivamente, no intente convencerme de nada, ni hacerme creer que encierra las verdades de la vida. Hay libros hermosos de religión y de filosofía, con quienes puedo enfrascarme en cuestionamientos profundos y de gran interés y sé que al final, se contentarán con aportar algo que me haga ser un mejor ser humano, y no en lo contrario, como le sucede a tanta gente que les da interpretaciones elitistas y fundamentalistas. Nada que ver con los oportunistas "moraleros" y best sellers comúnes.
Estoy contenta de haberme reencontrado con los libros en los últimos meses y seguiré buscando más, para involucrarme con ellos, escribir alguna de sus frases en mi diario, discutirlos o símplemente para disfrutarles.

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

De la pluma virtual de Miliardo Piscraft:

Pues sì, nada como beberse un libro. Tocarlo, recorrerlo cual si fuese una mujer esperando el beso en su trèmula piel, que ha yacido abandonada en un mueble de la casa, esperando con quien compartir su conocimiento. Incluso debo decir que esa literatura barata de los autonombrados poseedores de la verdad me han servido -por lo menos- para una cosa: distinguir el buen gusto del malo, y saber que no me gustan. Siempre es importante tener un punto de comparaciòn, lo dulce no se puede medir si no se conoce lo amargo, ¿Me explico?
Espero que los sigas disfrutando, y que podamos compartir nuestras lecturas todos los miembros del sitio
Adieù.

7:50 p.m.  
Blogger AZUL dijo...

verdaderas amistades, reales...e invaluables....coincido contigo...y comparto la realidad de que hay que gozarlos...y jamás olvidarlos porque todos son parte de nuestro corazón, andar...crecimiento...todos guardan una poco de sonrisas y lágrimas...un nombre...un tiempo pasado...todos tienen algo de nosotros c¡guardado entre las pàginas...abajo del polvo...en el rincón del librero...compartiendose uno con otro...y todos anhelando volver a proocarnos distintas temperaturas con sus colores y letras...cada nso caercamos a ese librero...resaltan sus nombres para que sea el escogido...y volver el pasado al hoy...una vez más...

10:52 a.m.  

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