martes, septiembre 06, 2005
La velocidad vertiginosa de uno mismo puede ser realmente desgastante. Mi cansancio es evidente, aún cuando he aprendido a detenerme en algunos aspectos. He conocido ese desgaste en mis propias células y lo que es sentir cómo cada una de ellas se agita desaforadamente hasta el agotamiento. Sé que esa es la raíz de mi ansiedad, de los auto-sabotages que me hago a mí misma y de mis inseguridades. Ésa es la razón por la cuál me he olvidado de cosas importantes y de muchas de las habilidades que son parte de mis regalos de vida.
Aprender a detenerme, a contemplar, a fluir en la quietud, es ya una prioridad; y de lo único que puedo agarrarme ahora es de lo más grande que poseo que es mi fuerza de voluntad y mi determinación, del deseo puro y verdadero de ser una mejor persona, y, de manera contraria al principio que siempre me ha movido que es serlo para los demás, esta vez es para mí. Quiero ser una mejor persona para mí.
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