jueves, enero 12, 2006
¿Qué mayor fortuna, qué mayor bendición podría sucederme que la oportunidad de comenzar una relación sana, amorosa y compatible después de tanto divagar en sentires incomprensibles e incompatibles?
Hoy la vida me regala la semilla, la tierra, el agua y el aire necesarios para empezar de nuevo, como no lo había hecho antes. Y yo en ellos me renuevo y me reinvento, aplico lo aprendido y renazco en temprana primavera. A veces los viejos amigos son las grandes sorpresas, aquellos amores adormecidos que van creciendo del respeto y la confianza, de compartir sinceramente procesos y momentos.
Las cosas llegan cuando uno se encuentra listo y cuando los ciclos terminan de cerrarse para abrir paso a los nuevos.
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