miércoles, junio 22, 2005

"Pero dígame usted: ¿Qué cosa puede ser más importante que el amor?"
-"El amor verdadero."

En mí existe una gran capacidad de amar. Una capacidad que con el tiempo y las vivencias no he perdido, para mi fortuna. Mi madre solía bromear conmigo y me decía que yo seguramente tenía corazón de condominio. Si bien mi corazón es lo suficientemente grande para albergar a muchas personas, a todas aquellas que me han bendecido con su presencia en mi vida (entre familiares, amigos, parejas, o aquellas que felizmente comparten un fragmento de sus vidas y su generosidad conmigo, como han sido maestros, colegas, etc.), la verdad es que a punta de golpes he ido entendiendo las diferentes clases de amor que existen, o al menos, las variantes que de él hay.
En cuanto a mis relaciones de pareja, he tenido la fortuna de querer y ser querida en cada una de ellas. Aún así, puedo decir que sólo he amado verdaderamente dos veces en mi vida. Ahora sigo amando a esa segunda persona y aunque ha sido dificil aprender a vivir este amor a intervalos intermitentes con él, sé que el amor verdadero está por encima de la cotidianeidad, de las trampas que nos ponemos nosotros mismos y a veces, incluso, de los deseos o la propia voluntad. Sé que en esta clase de amor las cosas son como son, simples, porque existen, y lo que espero o deseo para mí es cosa aparte. ¿Por qué? Porque el amor es una decisión, pero no una decisión cualquiera; es una decisión que se toma y se asume en todos los niveles del ser: el físico, el alma, la mente y el corazón, y que parte, no de la voluntad de amar, sino del decreto y la conjunción de estos cuatro elementos.
Ha sido difícil darme cuenta también de que he perdido la capacidad para enamorarme (siendo consciente de la difenrencia entre amor y enamoramiento), para entusiasmarme hasta los huesos y sé que en gran medida he perdido mi fe, al menos esa fe ciega que nos da el primer impulso para crear un nuevo lazo. Pero no se alarmen, soy feliz y disfruto de la vida y del amor mucho más de lo que puedan creer.
Aunque dejé de esperar hace tiempo y he aprendido a dar y a tomar lo que me corresponde y lo que es para mí, he aprendido a disfrutar cada instante como si fuera el último, porque el amor es necesario; necesario como el agua, el sueño o el alimento, y así como solemos desperdiciar estos elementos esenciales, también lo hacemos con el amor. Y de la misma manera puedo decir que también existen el "amor chatarra" y los "amores negros o residuales". De mi parte, sé que soy una fuente inagotable del amor más puro y consumidora insaciable del mismo. Puedo ir colectando de poquito en poquito aquí y allá y darme el festín más rico y abundante que puedan imaginarse. Porque amor podemos encontrar donde seamos capaces de mirar: en nuestros padres, nuestros hermanos, un sobrino, nuestros amigos, una pareja, los hijos, algunas personas, escenas e historias que contemplamos y hasta las mascotas son parte de esta fuente de amor.
Yo no sé si seré capaz de lograr una vida en pareja estable, y lo digo con estas palabras, porque he comprendido que no es algo que se da o que se encuentra. Es algo que se construye entre dos y requiere de un gran esfuerzo y sólamente del más veraz de los amores es posible obtener la fuerza y la energía suficientes para lograrlo. Podemos perder el tiempo cuanto queramos, inventarnos cuantos moldes y modelos se nos ocurran y seguir pensando que de una piedra haremos brotar jugo de manzana. Pero la verdad es que el respeto y el entendimiento son las herramientas esenciales en este proceso y, al menos en cuanto a pareja se refiere, lo más conveniente es construir a partir de objetivos en común, de las afinidades y bajo el entendido de que nada puede darse por hecho o por sabido.
Soy consciente de que en mi paso por esta vida me encuentro muy ligada a muchas de las cosas que llamamos mundanas, es decir, cotidianas y de este mundo, sin embargo aprendo. A cada segundo y en cada lugar soy capaz de captar algo nuevo y asimilarlo, y esto, espero, sea lo que me ayude a hacer compatibles mis deseos personales y de vida con mi propia y constante cotidianeidad y con esa asombrosa capacidad que tenemos los seres humanos de cegarnos ante las cosas esenciales de la vida.